POBORINA, el festival que sí es profeta en su tierra
Poborina Folk sí es profeta en su tierra tanto como modelo a seguir por otras decenas de festivales, que han surgido tras su estela en pequeños pueblos de Teruel en estos últimos años, como porque entre su público fiel hay centenares de turolenses, además de muchos otros aragoneses, valencianos, catalanes y personas llegadas desde varios puntos de la cornisa cantábrica o de Madrid. Hay quienes han crecido con esta cita, que siempre se hace por San Juan y que ha ido madurando como los vinos buenos, con cientos de matices y tonalidades. Este fin de semana celebra su edición número 23 y lo hace con su público de siempre al que, como cada año, se suman nuevos participantes que, a partir de ahora, cada vez que vean una lagartija, lagarto o hardacho –como se dice en la zona– se acordarán de El Pobo y esbozarán una sonrisa.
César Félez acudió al Poborina por primera vez a comienzos de siglo, en su segunda edición, y sólo ha faltado cuando ha tenido compromisos ineludibles. Desde entonces su vida ha cambiado y la tienda de campaña que puso en la chopera la primera vez se ha convertido en una autocaravana. Su familia ha aumentado en este tiempo puesto que, además de con su mujer, Ana Moreno, ahora acude con sus dos hijos, Martín y Pablo, que con 10 y 8 años no han fallado a ninguna edición. “Me gusta todo, lo he visto crecer y hacerse mayor de edad y a mis hijos también les gusta, lo han conocido toda su vida”, explica. Ana Moreno añade que tienen amigos poborineros, personas que han conocido en El Pobo y a los que ven de año en año, aunque alguno vive en Calanda, a apenas 20 kilómetros de ellos. No es el único festival al que van, han recorrido otros “de forma puntual”, pero para Poborina ya tienen la fecha guardada de un año para otro, es una cita fija en el calendario familiar.